Sunday, December 09, 2018

PROYECTOS TERATOLÓGICOS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL: PARTE II EL EJE

Nota del Coleccionista: Siempre supe que, si el blog revivía algún día, este sería el primer artículo de la nueva colección.  En gran parte, por que es una segunda parte que fue anunciada ¡hace casi 6 años!, pero también porque en el mundo empiezan a soplar de nuevo vientos de una gran guerra mundial. Conflictos globales de esta magnitud traen muerte y destrucción, pero también traen avances tecnológicos que cambian la historia de la humanidad.

Pero por cada proyecto de guerra exitoso, existen cientos de proyectos que nunca superan la etapa del papel. Algunos de ellos son tan locos, inverosímiles o conspiratorios que merecen ser parte de nuestra colección. En la primera parte vimos los proyectos aliados, ahora le toca el turno al Eje.

Nota del Coleccionista 2: Deliberadamente en este artículo evito nombrar teorías conspiratorias como que los alemanes crearon OVNIS que funcionaban con antigravedad, o que tienen una base en la Luna aun hoy.  Lo hago porque primero, eso ya es otro nivel de teratología de el que quiero traer hoy y segundo, por que el tema fue tratado en uno de nuestros primeros artículos de este blog: EL QUINTO REICHT PARTE 1  y EL QUINTO REICHT PARTE 2.
Otros temas más densos , como la infame Unidad 731 del ejército japonés, ameritan tener su propio artículo y por eso no lo incluiré aquí.

EL ESPEJO ESPACIAL NAZI

A comienzos de 1945, la segunda guerra entraba en su etapa final. Berlín se encontraba rodeada por el ejército soviético y varias partes de Alemania ya estaban bajo dominio aliado. En un centro de operaciones militares Nazi, soldados estadounidenses descubrieron documentos pertenecientes a un proyecto ultrasecreto.  Un arma que usaría el sol para causar destrucción en las ciudades.

El proyecto mostraba como científicos alemanes estaban convencidos de que era posible construir un gigantesco espejo espacial en orbita que pudiera variar su ángulo de curvatura e inclinación para reflejar rayos solares concentrados sobre puntos específicos del planeta, de la misma forma que las lupas han sido utilizadas durante años para quemar hormigas usando rayos solares concentrados.



El cerebro detrás del proyecto fue Hermann Julius Oberth, nacido en lo que hoy es Rumania, desde muy pequeño se interesó en el tema de los cohetes, sin embargo, por razones prácticas y presión familiar estudia medicina y sirve en la Primera Guerra Mundial como médico para los Alemanes.  Después de la guerra, desencantado de su profesión, Oberth retomaría sus estudios de física que resultarían en su tesis de doctorado Los cohetes hacia el espacio interplanetario”, que fue rechazada inicialmente por ser demasiado utópica. Lejos de rendirse por este revés, Oberth ampliaría los conceptos presentados en su tesis hasta convertirse en uno de los padres de la Aeronáutica.  Proyectos como el V-2 alemán y el Saturn V de USA (Oberth trabajó para USA en proyectos de la NASA después del fin de la guerra), contaron con la asesoría y aplican muchas de las ideas de Oberth.  Hoy un efecto de los cohetes, un asteroide y un cráter lunar entre otros, llevan su nombre.


Oberth, comenzó a gestar la idea del espejo espacial desde mucho antes de la guerra, y su proyecto en un inicio no estaba diseñado para usarse como arma sino como una estación espacial que serviría de lugar de abastecimiento para naves interplanetarias. La razón para que la estación tuviera un exterior completamente reflectivo era para proteger a la población residente en el interior de los rayos solares. El diseño de Oberth consistía en ensamblar modularmente el espejo gigante usando pequeñas partes que se irían ensamblando lentamente en un proceso que tomaría unos 10 años en completar.




La estación espacial en su interior tendría unidades habitacionales y campos de cultivos hidropónicos. Cada módulo individual tendría motores que le permitirían reacomodarse y así poder modificar y orientar el espejo.  En el centro de la estación, un orificio estaría presente donde cohetes podrían estacionar para reaprovisionarse.



Al empezar la guerra, Oberth intentó vender a Hitler la idea del espejo espacial pero esta vez utilizando uno de sus efectos secundarios (la reflexión total de los rayos del sol) para usarlo como arma. Hitler le dio luz verde al proyecto, pero la guerra terminó mucho antes que el proyecto saliera de su etapa de diseño. Oberth, convencido que aun era posible construirlo, intentó convencer a USA de continuar el proyecto pero sus esfuerzos fueron en vano.



Este proyecto se dio a conocer en USA en Julio de 1945, cuando Life Magazine recogió el testimonio de analistas técnicos militares  que habían  estudiado los documentos encontrados sobre el proyecto. En dicho artículo, los editores de la revista afirmaban que el proyecto no hubiera funcionado de todos modos debido a que hubiera sido imposible haber enfocado los rayos del sol en un solo punto debido a que el sol no era una fuente puntual sino un disco, y que por lo tanto la imagen proyectada sobre la tierra sería de igual forma un disco con la energía suficientemente distribuida para no generar grandes cambios de temperatura. Oberth estuvo en desacuerdo con el artículo, aduciendo que un espejo lo suficientemente grande podría crear imágenes del sol lo suficientemente concentradas para causar mucho daño.

EL KUGELPANZER

Cuando el ejercito rojo invadió Manchuria en 1945, encontraron y confiscaron tanques, armas y municiones de procedencia alemana, que fueron parte del intercambio tecnológico que hubo entre Alemanes y Japoneses cuando estos formaron la alianza conocida como “El Eje”. Todas estas armas pasaron a ser propiedad del ejecito rojo.  Entre las decenas de armas y tanques convencionales, un aparato en particular llamó la atención de oficiales soviéticos, un pequeño tanque en forma de barril del que nadie sabe su procedencia, su utilidad o si alguna vez vio combate, el Kugelpanzer (literalmente el Tanque Bola).




No existen documentos de diseño del Kugelpanzer, aunque se sospecha que fue construido por la compañía Krupp, tampoco se sabe si su diseño es preguerra o al contrario era un producto de finales de la guerra que nunca alcanzó la etapa de producción masiva. El único Kugelpanzer en existencia hoy está exhibido en el Museo de Tanques de Kubinka en Rusia. 




No se sabe nada de la utilidad de este tanque aunque se sospecha que era utilizado por un solo ocupante en la región entre trincheras para proveer fuego de apoyo a la infantería en las llamadas “tierras de nadie”.  Cualquier información sobre su velocidad, maniobrabilidad o mecanismo para mantener la estabilidad son meras especulaciones pues, aparte de la falta total de documentos, los Soviéticos, y posteriormente los Rusos han guardado en un completo hermetismo cualquier información al respecto. El modelo exhibido en el museo es solo la carcasa, ya que el motor y toda la maquinaria interna fue desvalijada por el ejercito rojo y su información clasificada.




Algunos incluso afirman que la historia del aparato apareciendo en Manchuria es solo una fachada para disminuir el interés en el Kugelpanzer (si los alemanes compartían su existencia con los japoneses entonces no era tecnología de punta), y que el modelo fue, en realidad, encontrado en Kummersdorf, el sitio en Alemania donde armas nuevas y prototipos eran probados. Algunos incluso creen que se trata de tecnología alienígena que los alemanes y posteriormente los soviéticos estaban tratando de hacer ingeniería inversa.

EL ARMA DE RAYOS MORTALES

Durante los años 20’s y 30’s varios científicos alrededor del mundo intentaron desarrollar armas que en vez de balas usaran partículas microscópicas que en grandes cantidades causarían destrucción. Científicos como Edwin R. Scott, Marconi, Nikola Tesla y Harry Grindell Matthews todos diseñaron, aunque no construyeron productos finales operacionales, modelos de este tipo de armas.

Ya para inicios de la Segunda Guerra, la idea de un rayo de la muerte había pasado a un segundo plano, eclipsado por tecnologías militares que habían arrojado más resultados como la aviación o la tecnología de misiles. Sin embargo, hacia el final de la guerra y ya con la presión aliada encima, El Eje decidió revivir varios proyectos en busca del Rayo de la Muerte para cambiar los destinos de la guerra.

Los gobiernos del eje encontraron aliados para desarrollar y financiar estos proyectos en empresas como Phillips y Siemens, que más que interés por producir un rayo de la muerte como tal, querían aprovechar para desarrollar tecnología de Rayos X para aplicaciones comerciales después de la guerra.



Los proyectos alemanes de rayos de la muerte eran generalmente ultrasecretos, pero algunas huellas y relatos quedan, Pedro Waloschek provee en su artículo (referenciado en la Bibliografía) una larga lista de datos e historias, de las cuales aquí traeré solo unas cuantas:

-Un periódico australiano anuncia, en 1944, la destrucción por parte de la RAF de un edificio construido en Francia por parte de los nazis para albergar un arma ultrasecreta. El lugar, con nombre código Argus, albergaría un rayo de la muerte con la capacidad de derribar aviones en pleno vuelo e incluso disparar hacia Londres.



-Otro Bunker ubicado en el norte de Francia, también iba a albergar un rayo de la muerte, según testimonio de los habitantes del lugar que ayudaron a construirlo, un video de la época muestra la destrucción causada por los ataques aliados al lugar.


-El libro “The Quantum Exodus” narra la historia de Richard Gans, un científico judío de origen Alemán quien decidió emigrar a Argentina en 1911 y fue el fundador del instituto de física de la Universidad Nacional de La Plata en donde estuvo hasta 1925 cuando regresó a Alemania a enseñar en la Universidad Albertina de Köningsberg (dos de sus hermanos murieron en la Primera Guerra Mundial mientras él vivía en Argentina).

En 1934, su condición de judío le haría perder su posición en la Universidad, pese a que varios colegas intentaron convencer a Berlín del valor académico de Gans. Sin trabajo, Gans se traslada a Berlín en 1936 donde por un tiempo se le permitió trabajar en física en calidad de consultor pero luego fue reclasificado como judío y separado definitivamente mientras aguardaba su traslado a un campo de concentración.

Heinz Schmellenmeier, un científico alemán con inclinaciones comunistas, descubrió que la mejor forma de sobrevivir a la guerra era creando su propio laboratorio y llevando a cabo proyectos de investigación para los Nazis.  Uno de esos proyectos consistía en investigar formas de mejorar los aceleradores de partículas llamados ciclotrones, que fueron creados años antes.

Por intermedio de un colega amigo de ambos, Schmellenmeier se enteró que Gans estaba en Berlín cargando piedras 10 horas al día mientras esperaba su traslado a un campo de concentración. Decidió entonces escribir a Berlín una carta al mismo Himmler solicitando los servicios de Gans para su nuevo proyecto, investigar si había una forma de convertir los ciclotrones en rayos de la muerte llamados Rheotrones.

Al parecer, todos los involucrados en ese proyecto, incluido Gans, estaban convencidos que era imposible lograr lo que ofrecían, y en realidad el proyecto Rheotron no fue más que una fachada para proteger talento científico judío como Gans durante la guerra.

Sin embargo, otros consideran que el Rheotron no fue el fracaso que nos han hecho creer y que en realidad el arma fue desarrollada como tal y ahora pertenece al ejército de USA donde es conocido como el Betatron y es usado en misiones ultra secretas.

-En 1940, recortes de periódicos de la época relatan como los Nazis tenían en su poder un arma de energía capaz de  matar soldados a metros de distancia, el aparato era portátil y podía ser cargado por un soldado sin problema.

Los japoneses por su parte también intentaron producir su propio rayo de la muerte. De acuerdo a los reportes 15 y 63 del USStrategic Bombing Survey, los japoneses habrían desarrollado un arma, llamada Ku Go, como parte de un proyecto dirigido por el reconocido científico Sin-ItiroTomonaga.

Hacia el final de la guerra, concluía el reporte, Japón estaba en capacidad de matar un conejo ubicado a una distancia de mil yardas, si este era expuesto al rayo mortal del Ku Go por unos 5 minutos.

Como casi todo en Japón, al final de la guerra todos los documentos pertenecientes a la investigación del Ku Go fueron destruidos.

LOS TANQUES CON ALAS

Uno de los proyectos más curiosos del ejercito japonés, fue el diseño y desarrollo de tanques con alas.  Antes de la aparición de los helicópteros en la escena militar, el desembarco aéreo de tropas se hacía por medio de planeadores. Aparatos silenciosos y difíciles de detectar, pero con poca capacidad de respuesta ante ataques enemigos.




Es por esto que, en 1943, la división Teishin Shudan de la fuerza aérea del ejército japonés decide crear la primera tropa de tanques planeadores del ejército. La idea era tener tanques de guerra con alas retráctiles que pudieran ser lanzados desde el aire.



 El más famoso de ellos, llamado Special Number 3 Light Tank Ku-Ro, fue desarrollado por Maeda Iron Works Company  y construido por Mitsubishi.  Un solo modelo fue construido y el proyecto fue cancelado por diversas razones, la maniobrabilidad del tanque era muy limitada y para 1945 Japón ya había perdido la superioridad aérea con USA y las chances de poder transportar tanques de ese estilo sin ser detectados y derribados antes de ser utilizados eran mínimas.

LOS FUKURYU

Todos hemos oído hablar de los Kamikaze, esa escuadra de aviones cuyos pilotos sacrificaban sus vidas al estrellarlos deliberadamente con los navíos Aliados. El término se hizo tan popular que pasó a ser sinónimo de realizar una acción aun sabiendo que no se va a salir bien librado de ella.

Pero lo que durante décadas fue un secreto incluso para los japoneses fue la existencia de otro grupo élite cuyos integrantes también sacrificarían sus vidas para causar daño en la flota aliada, pero esta vez no desde el aire sino desde las profundidades del agua: los buzos Kamikazes, conocidos como los Fukuryu.



Desde temprano en la guerra, Japón había utilizado nadadores para misiones peligrosas y casi suicidas, como desactivación de bombas aliadas en Hong Kong, o nadadores equipados con granadas para atacar embarcaciones pequeñas en las Islas Palau. Sin embargo, todos habían sido nadadores de superficie y no buzos.

A finales de 1944, la invasión americana a las islas parecía ser inevitable y el ejercito japonés se preparaba para defender sus costas a sangre y fuego. La Armada Imperial Japonesa decide reclutar 3000 marineros para ser entrenados para un nuevo proyecto.  Vestidos con trajes especiales de buceo y llevando minas de superficie amarradas a un palo de bambú. Los vestidos estaban diseñados para resistir hasta 10 horas debajo del agua, tiempo en el que los Fukuryu (que significa Dragón acechante) esperarían pacientemente el arribo de los navíos aliados para luego detonar la carga estando justo debajo de ellos.

Los trajes eran pesados y difíciles de maniobrar, el sistema de aire carecía de tanques de oxígeno, teniendo en su lugar un sistema de reciclaje de aire usando soda caustica.  El sistema era tan precario que alrededor de 50 Fukuryus murieron durante el entrenamiento por respirar aire contaminado. El traje era atornillado de tal forma por un compañero del buzo que quitárselo era una labor bien difícil, casi imposible cuando el buzo ya estuviera en posición. 

Para cuando USA decidió poner fin a la guerra destruyendo las ciudades de Hiroshima y Nagasaki usando bombas atómicas, ya habían 1200 Fukuryus entrenados y 2800 más estaban en fase de entrenamiento. La rendición imperial significó que la esperada invasión a las islas nunca llegara y por lo tanto ningún Fukuryu murió en combate.

Al igual que con todos los proyectos japoneses, toda documentación y equipos de los Fukuryus fue destruida y la existencia de este grupo fue mantenida en secreto ante el mundo durante décadas hasta que, a finales de los 70s, el Museo de los héroes de guerra de Japón decidió abrir una exhibición de los Kamikazes y varios sobrevivientes de los Fukuryus solicitaron al ejercito ser reconocidos allí también.



Todas las imágenes y dibujos que se encuentran en ese museo pertenecen a recuerdos que los Fukuryus se llevaron a sus casas y que sobrevivieron la destrucción del final de la guerra.

BIBLIOGRAFÍA
- FUKURYU, the secret unit of the Japanese Special Offensive Corps (Lurking Dragons)

1 comment:

jogom said...

¡Gracias por retomar el blog!